Pasa de la Lomellina, a través de 120  km, entre casas de campo y arrozales, la parte lombarda de la Vía Francígena que recorre el largo viaje, desde Canterbury hasta Roma, del arzobispo Sigerico en 990 dC. De su camino se conocen las paradas, las moradas: abadías, posadas, fondas donde se detuvo. Tanto a pie como en bici, la Francígena está totalmente señalizada y a veces limpiada por grupos reunidos bajo el hashtag I Love Francígena.

Excepcional es también el Camino de San Colombano que, en la Lombardía oriental, conduce hasta Bobbio. La Vía Spluga, el tramo italiano de la Vía Francígena Renana, conduce hasta el corazón de los Alpes. La Vía Regina sul Lario. La Ruta de las Abadías anilla Chiaravalle, Viboldone y Morimondo, en el paisaje agrícola del sur de Milán. Entre fuentes, acequias y canales donde se encuentran solamente las garzas.