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Por los caminos de los antiguos oficios
Hay lugares donde el ritmo frenético se detiene, para dejar espacio al recuerdo de antiguos oficios y tradiciones que todavía hoy resuenan entre las montañas, valles y pueblos de Lombardía.
Estos espacios evocan historias humanas de pasión y amor por la región: desde el arte de la seda y el hierro, hasta los trabajos artesanales y conocimientos ancestrales, el pasado vuelve a vivir. Entre museos al aire libre y paisajes encantados, proponemos siete destinos para descubrir de nuevo las raíces y la belleza oculta de la tradición de Lombardía.
Museo della seDa (Como)
La producción de seda es un arte antiguo, hecho con delicadeza y paciencia y forjado en la tradición de la habilidad manual artesanal. Desde el cuidado de los gusanos de seda hasta la recolección del preciado hilo de los capullos, pasando por la maestría del hilado, el tejido y el teñido, cada paso nos habla de su antiquísima artesanía. El Museo de la Seda de Como conserva su memoria, con el orgullo de ser el museo más antiguo del mundo que muestra todo el proceso de producción. De esta forma sigue viva la tradición de Como entre herramientas de trabajo, documentos y tejidos en un gran espacio de conservación técnica y artística. Muy cerca del centro de Como y del maravilloso lago, el Museo de la Seda ofrece testimonios antiguos de gran interés y eventos y actividades educativas que enriquecen la experiencia cultural.
Callejón de los lavanderos (Milán)
Aunque parezca un lugar suspendido en el tiempo, está situado en el corazón de Milán. Hablamos del Callejón de los Lavanderos, un rincón pintoresco del Naviglio Grande, entre restaurantes de moda y bares de copas. Aquí se fundó, en el siglo XVIII, la Hermandad de los Lavanderos de Milán, formada por trabajadores que recogían la ropa sucia de las casas del barrio y se encargaban de lavarla y secarla en este lugar. Su proximidad con el Naviglio y una pequeña plaza de carga y descarga de mercancía en los barcos permitía un gran movimiento de personas y vehículos, que llegó a formar un pequeño ecosistema compuesto por lavanderos, marineros, almacenistas y comerciantes que se mantuvo hasta finales de la década de 1950. En la actualidad, el callejón todavía conserva su encanto antiguo, donde el lavadero con sus puestos de piedra consigue llamar la atención de los transeúntes. Un rincón oculto de la bulliciosa Milán donde también se puede visitar la iglesia de Santa Maria delle Grazie.
Museo de la Vida Rural (Cremona)
Perteneciente al circuito Cremona Musei, el Museo de la Vida Rural es una joya de la memoria artesanal. Situado en la granja Cambonino, construida en el siglo XVII en la campiña al norte de Cremona, es en la actualidad testimonio de la cultura rural del pasado. En su interior se puede pasear por el patio, visitar las caballerizas, la casa solariega, el pequeño oratorio y la bügadéera, antiguo espacio utilizado como lavandería, además de ver en primera persona cómo se elaboraba antiguamente el vino. Entre herramientas agrícolas y tesoros de la vida cotidiana, este museo es una parada obligada si estás de paso por Cremona, para volver a descubrir una auténtica belleza que sorprenderá tanto a los adultos como a los más pequeños.
Ruta circular delle Fornaci (Ispra, Varese)
A pocos metros del lago Mayor, la localidad de Ispra oculta una belleza romántica, caracterizada por los testimonios de la arqueología industrial de la zona. Sus antiguos hornos, que datan del siglo XIX y que estuvieron en uso para la producción de cal y ladrillos hasta el siglo XX, son en la actualidad tesoros al aire libre que llaman la atención de los visitantes. Por esta razón, sale desde Ispra una ruta circular panorámica por el lago, conocida como la Ruta delle Fornaci (Ruta de los hornos), que se adentra en el bosque para poder descubrir el horno de Salvalada, el horno del Pinett y el horno de la Punta, además de otros hornos en nuestro regreso al centro histórico. La ruta empieza en el pintoresco Paseo del Amor, que exalta el romanticismo a lo largo de pasarelas que discurren junto al lago para ofrecer una experiencia inmersiva. Entre historia, arte y naturaleza, la ruta tiene una duración de aproximadamente dos horas y no presenta ninguna dificultad.
Ruta del Hierro y las Minas (Valle Trompia, Brescia)
El Valle de Trompia no es solo una región de cultura paisajística y gastronómica, sino también un tesoro de la memoria colectiva e histórica vinculada a la actividad minera y siderúrgica llevada a cabo en sus montañas. Este componente identitario se pone en valor en el Ecomuseo de Valle Trompia, que consta de numerosas rutas temáticas entre las que destaca la Ruta del Hierro y las Minas, una de las más representativas. El recorrido pasa por algunos de los yacimientos mineros más importantes de la antigua cadena de producción. Desde el Museo I Magli de Sarezzo hasta la Mina de San Aloisio en Collio, sin olvidar el Museo Las Minas de Pezzaze y el Museo El Horno de Tavernole, cada una de las minas y fraguas donde se trabajaban los metales cuenta una historia diferente. Ya sea una sola etapa o todo el recorrido, la Ruta del Hierro y las Minas ofrece un viaje en el tiempo, una oportunidad para conocer la región a través de su identidad industrial y social.
Valles del Bitto (Gerola Alta, Morbegno, Sondrio)
Las montañas siempre han sido guardianas del trabajo artesanal en estrecho contacto con la naturaleza y Valtellina es el corazón de excelentes productos gastronómicos cuya producción se transmite de generación en generación. Una cultura de espera y dedicación de la que nace uno de los quesos de Valtellina más conocidos: el Bitto. Del pizzoccheri a los sciatt, de la polenta taragna al risotto, la historia de este queso de aroma intenso y sabroso se oculta entre dos valles, conocidos como Valles del Bitto. Detrás de Morbegno, la localidad más conocida de Valtellina, se encuentran el Valle del Bitto de Gerola y el Valle del Bitto de Albaredo. Aquí, dentro del Parque delle Orobie Valtellinesi, se encuentran Gerola Alta y Albaredo per San Marco, dos pueblos pintorescos donde se puede visitar, respectivamente, el Centro del Bitto Storico, bodega que conserva más de tres mil piezas de Bitto, y el Ecomuseo, situados entre caminos y senderos de pasto alpinos para conocer el arte de la elaboración de este queso.