- Arte y cultura
7 castillos en Lombardía que vale la pena visitar una vez en la vida
Muros almenados, torres y galerías porticadas. En épocas lejanas defendían del enemigo. Hoy reina una sensación de maravilla. Del lago de Garda a Valtellina, pasando por Milán, siete castillos para viajar en el tiempo.
1. Desenzano, el torreón con vista al lago
En Desenzano, en el lago de Garda, un castillo-refugio para quienes vivían fuera de las murallas. De la estructura defensiva quedan las murallas almenadas, imponentes, típicas de cuento de hadas, junto con las 4 torres, lo que ofrece una posibilidad muy atractiva: caminar a lo largo del camino de ronda. Si el día es bonito y despejado, sube para observar el torreón, el faro en el muelle y el lago enmarcado por las montañas. Un espectáculo único.
2. En Milán con Gian Galeazzo Visconti
18 exposiciones temáticas, conciertos en verano y una larga historia. Símbolo del fermento del Renacimiento milanés, el Castillo de los Sforza fue realizado en 1368 a las afueras de las murallas medievales por Gian Galeazzo Visconti. Con la Torre del Filarete, reconstruida en 1905, la Plaza de Armas con su amplio prado y el Cortile della Rocchetta ha atravesado los siglos. Hoy, como un alhajero, alberga el Museo de Instrumentos Musicales, la Colección de Arte Aplicado, el Museo de Arte Antiguo que se encuentra en las salas en cuya decoración participó Leonardo, con la Pinacoteca y la sección egipcia. La Sala del Tesoro tiene frescos de Bramante. La del Asse una pérgola obra de Leonardo. Quien desee recorrer el castillo, debe saber que cada lado de su cuadrado tiene 200 metros de largo. Que disfrutes el paseo.
3. En Pavía, contando ajimeces
El piano que Albert Einstein tocaba con su hermana durante los meses que pasó en el Palacio Cornazzani, la casa donde también vivió el «profesor» Ugo Foscolo, es quizás el objeto más inesperado que se puede encontrar en el Castello de Pavía. Construido en 1360 por Galeazzo Visconti como residencia de una corte refinada, completa con torres, altas murallas y una reserva de caza, el Castillo es la sede del Museo Municipal. Además de las colecciones, vale la pena visitar la galería interior y observar los ajimeces que se abren en las fachadas. Intenta contarlos. Son más de 100.
4. ¿Un balcón que se asoma sobre Valtellina? ¡Bienvenidos a Grumello!
Su nombre, «grumo» es decir cima rocosa, guarda una promesa. En una colina escarpada, Castel Grumello, en Montagna di Valtellina, Sondrio, es un curioso ejemplar de castillo gemelo, formado por dos edificios gemelos conectados por una muralla. Quedan pocos restos de este puesto defensivo del siglo XIII. Queda la excursión hasta la cima de la colina, para contemplar las ruinas y la Valtelina desde arriba, espectacular al atardecer. Un bien FAI, (Fondo Ambiente Italiano) Castel Grumello está abierto al público entre febrero y mediados de diciembre
5. Soncino: una fortaleza de cuento de hadas
Robusta, espectacular, de cuento de hadas, la Roccas Sforzesca de Soncino, en el territorio de Cremona, cuenta, como en un libro, la metamorfosis de un edificio militar del siglo X que se convirtió en una residencia noble. La presencia de torres, el foso, las almenas y el puente de acceso revelan la tarea de defensa, que terminó cuando la República de Venecia la cedió al Ducado de Milán. En el interior, hay rastros de los frescos que hizo realizar la familia Stampa. En la Torre cilíndrica donde se supone que estaba la Sala del Tesoro, se sigue buscando.
6. Mantua: un castillo para una prima donna
Isabel de Este ya no vive aquí. Pero las paredes del Castillo de San Giorgio la recuerdan como la Prima Donna del Renacimiento, dotada de buen gusto y de una fuerte educación humanista, un excelente jugadora de ajedrez. En el castillo donde vivió durante mucho tiempo, Isabel recibió a Leonardo, el Perugino, Tiziano, Rafael y Mantegna. Su tesoro más preciado es la Camera Picta o Camera degli Sposi pintada por Mantegna en la torre noreste.
7. Malpaga, el señorío de las hijas
Un castillo en medio de los campos, casi una aldea dentro del Parque del Serio, en las afueras de Cavernago, en el área de Bérgamo, construido a mediados de siglo XIV. Allí estableció su residencia privada, en 1456, el adalid Bartolomeo Colleoni, capitán general de la República de Venecia, que lo transformó en una fortaleza inexpugnable con un corazón dedicado al arte de vivir. El destino quiso que Colleoni solo tuviera hijas aquí: Ursina, Isotta, Caterina, Medea, Dorotina, Riccadonna, Cassandra y Polissena. La aldea pasó a los nietos varones. Abierto de marzo a noviembre.