La ciudad bergamasca de Lovere se encuentra atrapada entre el Lago de Iseo y la montaña, construida sobre un territorio que tiene el aspecto de un gran anfiteatro.

Subiendo la plaza del puerto, atravesando el barrio de los Beccarie, se llega a la  Plaza Vittorio Emanuele II  en el centro histórico del pueblo, donde el tiempo se observa en el reloj de la vieja torre. En la plaza, en cuyo alrededor hay bellísimos edificios,  confluyen todas las vías del burgo medieval, que mantiene las típicas calles pequeñas y estrechas, confiriendo una atmósfera especial a los paseos por el centro.

Subiendo un poco más nos encontramos la Iglesia de San Giorgio, en cuyo interior se pueden admirar muchas obras de arte. Merece una visita la Galleria dell'Accademia de Belle Arti Tadini, que se encuentra en el interior de un espléndido palacio de estilo neoclásico. La galería exhibe una serie de obras de  Antonio Canova entre las más bonitas, pero también lienzos de Jacopo Bellini, de Giandomenico Tiepolo, de Francesco Hayez y en los últimos años se ha añadido una sección de arte moderna y contemporánea.  

A lo largo de la orilla del lago se asoman muchas villas y palacios dignos de mención. En el Burgo Renacentista  se encuentra  la basílica de Santa Maria en Valvendra, que data de 1473, de estilo clásico típico del Renacimento lombardo con influencia veneciana. En el interior, no hay que perderse el altar mayor, lleno de mármol y esculturas.