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Puentes tibetanos, la fascinación de la altura sin riesgos
Una vez que hemos dejado atrás los momentos más duros de la crisis sanitaria y las restricciones asociadas, nos morimos de ganas de retomar la relación directa con la naturaleza y el medio ambiente.
El buen tiempo, que ya ha hecho acto de presencia, nos impulsa a buscar actividades que podamos llevar a cabo por completo al aire libre. Reabren parques y jardines, senderos y caminos de alta montaña, vías ciclistas y centros deportivos: la llamada de la naturaleza se hace oír con fuerza. Son muchísimas las actividades al aire libre disponibles en Lombardía y —si buscas emociones— algunas tienen un toque de exotismo añadido...
Hablamos de los puentes tibetanos o suspendidos: una atracción inusual y fascinante que, con su magia, encanta incluso a los niños y resulta un destino ideal para una salida en familia. En Lombardía se encuentran cuatro de fácil acceso al alcance de todos. Cada uno tiene características propias, pero entre ellos destaca uno especialmente: es el puente tibetano más alto de Europa, situado en Valtelina y conocido como el Puente en el Cielo, ¡que se eleva a una altura de 140 metros!
¿Qué son los puentes tibetanos y por qué se llaman así?
Cada puente tibetano presenta características diferentes, que vienen determinadas por la estructura morfológica del terreno, pero todos tienen algo en común: a cambio de sensaciones fuertes, permiten disfrutar de unas vistas panorámicas espectaculares.
La estructura original del puente tibetano se compone de tres cuerdas dispuestas en triángulo: dos laterales paralelas, a las que agarrarse con las manos, y una más baja, sobre la que apoyar los pies. El puente se sostiene íntegramente mediante anclajes en los extremos y no tiene torres ni pilares. Las cuerdas se estabilizan por medio de refuerzos laterales distanciados entre sí. El conjunto es en realidad muy robusto: cuanto más tensas están las cuerdas, más estable es el puente, dado que se reducen las oscilaciones laterales. La existencia de este tipo de puentes fue documentada por las misiones diplomáticas chinas en los países del Himalaya —de ahí su nombre— durante la Segunda Dinastía Imperial Han (206 a.C. - 220 d.C.), así que, desde la antigüedad, estos puentes sirvieron para cruzar obstáculos, valles y ríos. A lo largo de los siglos, lógicamente, gracias a la agudeza humana, la ingeniería, los materiales de construcción y la tecnología, los puentes colgantes se han transformado: hoy en día pueden soportar tráfico viario e incluso líneas de ferrocarril. Pero en la alta montaña, los alpinistas mejor preparados todavía se enfrentan a ellos a través de vías ferratas y rutas cargadas de adrenalina. Si, por tu parte, quieres probar una experiencia única con la certeza de no arriesgar nada y disfrutar de sensaciones impresionantes, sigue nuestros consejos...
Suspendido en el cielo de Valtelina
El Puente en el Cielo —el cual, con sus 140 metros, es el puente suspendido más alto de Europa— conecta directamente las dos vertientes del valle de Tartano mediante una pasarela de madera de 234 metros de largo y 1 metro de ancho, hecha con 700 ejes de madera de alerce local, que une Campo Tartano, localidad de la provincia de Sondrio, con el prado de Frasnino. La construcción de esta fascinante estructura, completada en 2018, fue posible gracias al Consorcio Püstarèsc. Desde lo alto del puente, 1034 metros sobre el nivel del mar, se puede admirar un escenario espectacular: la vaguada de Campo Tartano, las cimas y glaciares de los Alpes réticos, el valle de Tartano, la presa Colombera y el fondo del valle que termina en el lago de Como. Presenciar desde el puente una puesta de sol a cielo abierto no tiene precio y, ahora, es posible hacerlo de nuevo. Para visitar el puente, es necesario reservar online (www.pontenelcielo.it) e ir provisto de mascarilla y calzado de senderismo. Para llegar en coche, basta con tomar la carretera provincial 11 de Tartano y seguir las indicaciones hacia la localidad. Quienes prefieran el transporte público, desde Morbegno pueden tomar el autobús directo a Campo Tartano (www.stps.it).
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Photo: valtellina.it
Increíblemente cerca de Milán
Aunque la mayor parte de los puentes tibetanos se encuentran en alta montaña, el puente de «los Tres Saltos» (que toma el nombre de la localidad donde está, Tre Salti) constituye una sorpresa inesperada y ofrece la posibilidad de probar la experiencia de caminar suspendidos a 8 metros de la superficie del agua, a poca distancia de Milán. De hecho, se encuentra en Turbigo, municipio del área metropolitana a lo largo del Naviglio Grande perteneciente al consorcio del parque lombardo del Valle del Ticino. Construido en 2008 por el organismo de parques, el puente tibetano conecta las orillas boscosas que surca el canal azul de la central hidroeléctrica: su estructura es de acero y la pasarela de madera, que se puede recorrer en fila india, tiene unos 70 metros de longitud. Ofrece acceso libre y la posibilidad de incluirlo como etapa de una excursión, incluso en bicicleta, por el Valle del Ticino (www.parcoticino.it) y, por qué no, de zambullirse en las aguas del río o de tomar el sol en la pequeña playa de los «Tres Saltos», conectada con tierra firme por otro pequeño puente. Para llegar al puente tibetano de Turbigo en coche, no hay más que desplazarse hasta Tre Salti en coche y estacionar en el aparcamiento de tierra cercano.
En pleno bosque
El parque Spina Verde de Como, zona natural protegida de Lombardía cercana a San Fermo della Battaglia, se extiende desde las colinas al noroeste de Como hasta la frontera con Suiza (www.spinaverde.it). Sus bosques albergan una densa red de senderos, que ofrecen la posibilidad de disfrutar de la belleza de la flora y fauna, así como de descubrir restos arqueológicos y de la historia de la humanidad. Entre las rutas más sugerentes se halla el Sendero 12 - Porta Sasso o puente tibetano, de unos 3 km de largo y fácil de recorrer incluso para los niños, que permite cruzar también un pequeño puente suspendido. Para llegar al Sendero 12, se parte de Cavallasca, una aldea de San Fermo della Battaglia (Como), en dirección al monte Olimpino. Cruzando el bosque se llega a una bifurcación que, hacia la izquierda, conduce a la Scala del Paradiso, en dirección a Ponte Chiasso, y hacia la derecha lleva al puente tibetano, suspendido sobre un pequeño valle. Al final del puente, es imprescindible hacer un breve alto en los bancos de madera para admirar las bellas vistas.
El más antiguo, en la zona de Bérgamo
En el pequeño pueblo de Clanezzo, provincia de Bérgamo, parece haberse detenido el tiempo: entre la torre de piedra bruta de la antigua aduana y el puente de un solo arco situado sobre el arroyo Imagna, encargado por Attone Leuco en el siglo X como única vía de acceso al valle de Brembana, resuenan ecos medievales. Pero otro puente —sin duda más reciente, pues data de 1878— une las dos orillas: se trata del puente suspendido construido a instancia de Vincenzo Beltrami, en acero y madera, según el modelo de los puentes tibetanos. Con sus 75 metros de longitud, el denominado «puente que baila» sustituyó al transbordador, único nexo de unión entre las dos orillas desde el siglo XVII. Una excursión por la zona ofrece mucho que ver: además de disfrutar del encantador ambiente del pueblo, es posible visitar la iglesia de San Gotardo, del siglo XVII, que alberga pinturas de Gioacchino Manzoni y de la escuela de Carlo Ceresa.