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Puente Cubierto de Pavía
Uno de los símbolos de Pavía, el Puente Cubierto regala románticos paseos con una visión del Ticino que huye hacia el campo.
En Pavía es imposible non cruzar el Puente Cubierto, llegando desde una de las numerosas callejuelas que, como vetas finas y adoquinadas recorren el casco antiguo de la vieja capital longobarda.
Cuántas veces nos hemos apoyado en la balaustrada de un terraplén o un puente para observar el curso de un río, imagen tangible del tiempo y la vida, dejando que los problemas y pensamientos se vayan con ese flujo silencioso, capaz de absorber todos los ruidos de la ciudad circundante.
El Ticino trae el frescor de los valles alpinos suizos hasta aquí, en la amplia extensión de la llanura Padana, y ha representado uno de los motivos principales del prestigio de la ciudad.
El Puente Cubierto, reconstruido después de la guerra según el diseño de un puente del siglo XIV gravemente dañado por los bombardeos, es el mejor lugar para abandonarse a la corriente y admirar el perfil de fondo de la ciudad, movido por torres y cúpulas.
Será un placer exquisito cruzar esta estructura de ingeniería con un encanto único, que mide más de 200 metros, y su diseño característico con el tramo divido en cinco arcos y el desarrollo cubierto de manera integral por un techo con cerchas soportado por columnas.
Concédete un paseo para admirare la puesta de sol.
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